De abuelo estibador y padre estibador, Nerea desde los 18 años es estibadora. Lo es porque le apasiona su trabajo y porque siente un vínculo especial con el puerto y porque a pesar de las complicaciones de los horarios, la total disponibilidad que tiene que ofrecer al trabajo, los 365 días del año y las dificultades del día a día, ella, está cumpliendo un sueño.