Ya de niño, Ángel exploraba muy de cerca el mundo de la construcción junto a su padre, que era lo que antiguamente se llamaba maestro de obras. Con tan solo 12 años, Ángel, iba los fines de semana a la obra, donde empezó a aprender el oficio y a “engancharse”. El ambiente que descubrió le gustó de tal forma, que ahora, todos los recuerdos que guarda son buenos.